domingo, 6 de diciembre de 2009

En algún lugar del medio

El pasado martes en una clase del curso “Diseñando la Democracia” que estoy tomando en la Universidad de St. Gallen (Suiza), con el Profesor Daniele Caramani, pasamos por una comparación entre los sistemas presidencialista, parlamentario y semipresidencialista (éste en menor profundidad). Lo curioso es que, del grupo, yo era el único integrante que viene de un país con sistema presidencialista, por no decir el único no-europeo y, de paso, el principal ejemplo de democracia presidencialista son los Estados Unidos (en clase soy enfático en que se les llame así y no “América”).


En algún punto se sugiere que se analicen los Estados Unidos y la América Latina de formas diferentes. La pregunta del profesor no sólo enfocó en mí la atención de la clase, sino que me puso a pensar seriamente en qué tenía la América Latina de particular que fuese necesario otro modo de aproximarse a ella.


Más allá del complejo y cuidadosamente diseñado entramado institucional que es el sistema de los Estados Unidos (no me arriesgo a llamarlo “norteamericano” por respeto a mis amig@s canadienses). Más allá de la fragilidad de los sistemas políticos latinoamericanos o de diferencias culturales. Hay un “algo” que nos distingue políticamente a pesar de que ambos, los Estados Unidos y la América Latina, tengamos un sistema presidencialista.


Mi hipótesis para ese momento es que los países de la América Latina están “en algún lugar del medio” entre la política europea y la de Estados Unidos. Me explico, tenemos sistemas presidencialistas pero con unos partidos políticos más parecidos al tipo europeo, es decir, con encuadramiento, ideología y, en algunos casos, hasta disciplina partidista.


El sistema del Imperio funciona en su particular forma porque los partidos son básicamente estructuras electorales correspondiente con formas de ser más o menos identificables (un “ser republicano” y un “ser demócrata”), pero no una ideología clara y una estructura permanente. Así pues, los funcionarios electos por voto popular tienen un compromiso más cercano con su electorado y no sufren las presiones de una disciplina partidista.


En casi todos los paises europeos, el sistema es parlamentario, es decir, la mayoría del parlamento controla lo que llaman el “gobierno”, es decir, el poder ejecutivo, y designan a los ministros del gabinete mientras las minorías controlan las instancias contraloras de la gestión. El “Jefe de Gobierno” es de hecho el líder del partido mayoritario, está sujeto a los controles institucionales del sistema y a la disciplina partidista.


Ahora bien, como buen científico social creo que más importante que conseguir la respuesta es saberse plantear las preguntas. Así pues, algunas de las interrogantes con as que he decidido empezar este debate son estas:


¿Es acaso el estar en algún lugar del medio la causa de la fragilidad de nuestras estructuras institucionales?


Si estamos en algún lugar del medio, ¿no es mejor pensar en algún sistema político más acorde con nuestra realidad? Como, por ejemplo, el semipresidencialista donde un Jefe de Estado electo por voto popular comparte funciones con un Jefe de Gobierno designado por el parlamento.


¿Es posible desarrollar un método para saber en qué lugar del medio se encuentra cada país de la América Latina?


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Luego de publicar la entrada anterior se me ocurrió sacar más provecho a la revolución de las redes sociales y abrir una rama de este espacio de debates en la más popular: Facebook (con 350 millones de usuarios, no hay quien niegue ese hecho).


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Juan Carlos Araujo S.

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